En mi viaje por la Sierra Tarahumara, me llevé algo muy especial; el respeto y admiración hacia la comunidad Rarámuri. Personas que recorren kilómetros para vender sus artesanías y realizar sus actividades, que trabajan arduamente y enseñan a sus hijos el oficio y legado de su cultura, que abren las puertas de su vida para que todos podamos conocer y entender la gran riqueza cultural y personal que poseen; personas que siempre te hablan con una sonrisa y se muestran amables en todo momento; personas orgullosas de su orígen y sus tradiciones, que transmiten gusto y admiración; y con un corazón lleno de colores que traspasa su vestimenta.
La comunidad Tarahumara es un pueblo nativo de la Sierra Madre Occidental asentada en el estado de Chihuahua. Se hacen llamar a sí mismos "Rarámuris" que significa "el de los pies ligeros", lo que refleja su estilo de vida al recorrer grandes distancias a pie sobre las inmensas rocas y cañadas que conforman el circuito boscoso de la Sierra. Su lengua es Tarahumara y así como muchas etnias indígenas también hablan español para comercializar sus productos con los visitantes y convivir con ellos.
Gran parte de los Rarámuris vive en cuevas, algunos de ellos invitan a los turistas a conocer su estilo de vida y fotografiar su entorno mientras ofrecen algunos de sus productos y artesanías, entre las que destaca la Cestería. Cuando visitas los lugares más emblemáticos de la Sierra, su presencia y compañía se hace presente; a muchos niños les gusta acompañarte a realizar los recorridos mientras te muestran los lugares y te cuentan datos curiosos de los mismos, esto con la finalidad de que al terminar el trayecto los apoyes con unas monedas. Recuerda que adquiriendo artesanías y productos elaborados por ellos, así como gratificando los servicios que prestan, ayudas a mantener ésta increíble comunidad.
A lo largo y ancho de la Sierra Tarahumara, también verás que muchos tienen sus casas, algunos eligen los grandes cerros y montañas para resguardarse, otros las laderas y llanuras rodeadas de grandes rocas con formaciones particulares como el Valle de los Monjes, de los Hongos y las Ranas. San Ignacio de Arareko (Arareco) localizada justamente entre los Valles de Ranas y Hongos, es la comunidad capital de su cultura, aquí vive una gran parte de ellos.
En el corazón del ejido de San Ignacio, se encuentra la iglesia dedicada a San Ignacio de Loyola, aquí año con año en Semana Santa, llegan todos los habitantes de la región para celebrar las fiestas que rompen con las tradiciones mexicanas, ya que sus rituales y celebraciones son muy diferentes a lo que nosotros acostumbramos a llevar a cabo en ésa época. La iglesia tiene la particularidad de no tener bancas, ya que los visitantes se sientan en el suelo divididos hombres y mujeres de cada lado para llevar a cabo los rituales tradicionales. Justamente en ésta época los habitantes locales preparan grandes cantidades de comida, un platillo muy parecido a la barbacoa, que sirven a todos los visitantes que se dan cita en el lugar, sean Rarámuris o turistas para ser parte de la convivencia y celebración; esto nuevamente habla del gran corazón y sencillez que caracteriza a esta comunidad y de la apertura que tienen hacia los demás.
Los Tarahumaras o Rarámuris son personas invaluables, conocer su estilo de vida, platicar con ellos y ver como su legado permanece vigente, me ha hecho admirar aún más a ésta increíble comunidad. Los Rarámuris son personas fuertes y trabajadoras, amables con todas las personas, recorren kilómetros a pie, su lengua es Tarahumara y son hoy por hoy, un legado importante para México y el mundo entero.
Por Gloria Villanueva